Entre los factores que determinan el estado de salud y la respuesta ante la enfermedad se encuentra la nutrición. Su importancia radica en que la carencia o disminución de los nutrimentos producen alteraciones que hoy día están bien caracterizadas. Así, el beriberi, la pelagra, y el escorbuto son enfermedades producidas por la deficiencia de tiamina, niacina y ácido ascórbico, respectivamente; en tanto que la anemia y la acrodermatitis enteropática son producidas por deficiencia de fierro y zinc, respectivamente. La carencia múltiple, incluida la de los nutrimentos energéticos, produce un cuadro clínico polimorfo denominado desnutrición energético proteínica, enfermedad que se relaciona con mayor morbilidad, sobre todo en los niños.
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